"Tengo un amigo médico (le llamaré Max) que se pasa la mayor parte del día solo, sentado en la oscuridad. Si hubiera una ventana en su zona de trabajo, disfrutaría de unas vistas estupendas de la ciudad costera en la que está su hospital. Max está voluntariamente enclaustrado porque es radiólogo. Nada debe distraerle de los monitores que tiene en su estación de trabajo. En un día típico, lee las imágenes digitales que se proyectan en esos monitores: radiografías de tórax en las que se ven el corazón, los pulmones, las costillas y las clavículas; mamografías que desenmascaran cuerpos extraños, algunos benignos y otros malignos; o tomografías y resonancias magnéticas que dejan ver la arquitectura de los órganos, vasos sanguíneos y huesos. La radiología es una disciplina médica que incorpora dos procesos: percepción y reconocimiento. Esto significa que primero el radiólogo hace una observación y luego analiza lo que percibe para explicar los hallazgos. Este doble proceso se repite segundo a segundo, minuto a minuto, y hora tras hora durante su jornada de trabajo."
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