Más cerca del 'dolorímetro' perfecto

Hay muchas cosas que actualmente sólo se pueden medir indirectamente. Una de ellas es el dolor, que constituye una experiencia subjetiva. El gran reto es conseguir un método para calibrarlo de forma directa y objetiva. El 'dolorímetro' perfecto aún no existe, pero se están produciendo avances importantes. El último de ellos es un sistema que identifica las zonas del cerebro que se activan ante el dolor.
"¿Dónde le duele? ¿Con qué intensidad?". Estas y otras preguntas mucho más específicas son las que ayudan a los médicos a valorar lo que sufren sus pacientes. Existen escalas y cuestionarios científicamente validados que evalúan el relato del propio paciente. En la mayoría de los casos, esta aproximación proporciona información suficiente para decidir cuál es el mejor tratamiento. Pero, por multitud de razones, no es infalible. La percepción del 'tormento' varía en función de la persona y de la cultura. Además, a veces resulta muy complicado distinguir claramente el dolor de estados emocionales como la ansiedad o la depresión. Finalmente, hay personas que no pueden expresar de ninguna forma su padecimiento. Tal es el caso de los niños menores de seis años y los ancianos con demencia.
El detector de dolor ingeniado por el equipo de investigadores capitaneado por Sean Mackey, jefe de la División de Manejo del Dolor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), se basa en la técnica de imagen conocida como resonancia magnética funcional. Con esta tecnología se 'fotografió' la actividad cerebral de 24 individuos mientras eran sometidos a estímulos dolorosos y neutros aplicándoles calor en el antebrazo. Se introdujeron los datos obtenidos en un ordenador que, con un programa especial, elaboró un modelo capaz de identificar a aquellos sujetos que experimentaron dolor. Y lo hizo con un porcentaje de aciertos del 81%. El programa localizó cinco áreas de la corteza cerebral cuya actividad se incrementaba con el dolor.
Los investigadores consideran que sus resultados, publicados en 'PLoS ONE', son muy prometedores, pero advierten de que su sistema aún está muy lejos de la práctica clínica. Un experto español en dolor, Francisco Reinoso, jefe de sección de Anestesia Pediátrica del Hospital La Paz de Madrid, coincide con esta apreciación. Reconoce que, en estos momentos, "la herramienta más fiable que tenemos para medir la subjetividad es la resonancia magnética funcional". Sin embargo, llevarla a la práctica diaria requeriría realizar más estudios para confirmar su utilidad y, de todos modos, resultaría demasiado caro y laborioso.
El doctor Reinoso señala que el uso del método desarrollado en Stanford no valdría para todos los pacientes. Es más, no serviría en muchos de los casos en los que los cuestionarios están descartados: los bebés y los ancianos con problemas cognitivos. "La demencia produce atrofia de la corteza cerebral y en los niños muy pequeños hay una inmadurez de esta zona". Por lo tanto, en estos dos grupos se observaría una activación cerebral que no responde al patrón habitual.
FUENTE: EL MUNDO
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