Robert D. Boutin, M.D. |
¿Sabías que en realidad cuando te estallas los nudillos, no estás recolocando los huesos? el característico ruido que se puede escuchar son burbujas explotando. Nada de articulaciones dislocadas ni de microfracturas.
Según explican los investigadores de la RSNA y autores del trabajo, en las articulaciones hay una pequeña cantidad de fluido, llamado líquido sinovial, que ayuda a su flexibilidad y reduce la fricción entre los cartílagos y otros tejidos en las articulaciones para lubricarlas y acolcharlas durante el movimiento. Pues bien, en este liquido se forman pequeñas burbujas, que al ser explotadas con un movimiento brusco de la articulación, produce el famoso chasquido.
Los científicos pusieron los dedos de voluntarios en un dispositivo que tiraría con un cable de su extremo, con el objetivo de provocar el crujido, y los metieron dentro de un equipo de resonancia magnética.
El tirón del dispositivo provoca que los dos huesos del dedo se separen, hasta que “crujen” y vuelven a chocar entre sí. Lo interesante llega cuando vemos que ambos huesos acaban más distantes el uno del otro que antes de crujir, y que al instante se forma una zona oscura en la imagen.
La nueva hipótesis es que esa zona oscura entre los huesos son gases que se forman cuando los huesos chocan entre sí después de ser separados, y también que es esta formación repentina de gases lo que provoca el reconocible sonido. Por lo tanto, no es que se creen burbujas por si solas y las estallemos, es que las creamos cuando nos crujimos los dedos.
Lo que no explica esta investigación es si esto es malo para nuestras articulaciones.
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